En 1960, cuando nadie hablaba de equidad de género, la señora María Margarita Otero, con recursos propios, creó la Fundación Otero Liévano.
Su objetivo, además de generar un espacio seguro, ha sido desde entonces, darles herramientas a las niñas y adolescentes para que puedan transformar su vida, su entorno y el de la sociedad.
Han pasado 63 años y las brechas de género en Colombia y el mundo siguen siendo muy grandes.
La desigualdad de género es un fenómeno social, jurídico y cultural, producto de las concepciones culturales sobre los roles de las mujeres y los hombres, que reduce las oportunidades de desarrollo de las mujeres, limitando su autonomía económica, física y política, excluyéndolas de los sistemas sociales y económicos y condenándolas a situaciones de pobreza y violencia.
Aunque a nivel mundial se han conseguido avances durante las últimas décadas hacia la igualdad de género, especialmente en educación (más niñas están escolarizadas, se obliga a menos niñas al matrimonio precoz, hay más mujeres con cargos en parlamentos y en posiciones de liderazgo y las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de género) todavía hay grandes brechas globales, ya que las leyes y las normas sociales discriminatorias continúan siendo generalizadas.
Las mujeres siguen estando infrarrepresentadas a todos los niveles de liderazgo político, y 1 de cada 5 mujeres y niñas de entre 15 y 49 años afirma haber sufrido violencia sexual o física a manos de una pareja íntima en un período de 12 meses 1.
A esta situación se suma el impacto negativo de la pandemia por la COVID-19 que profundizó la pobreza y las inequidades, en especial de las mujeres y niñas; desde la salud y la economía, hasta la seguridad y la protección social 2”
Según la Cepal, en América Latina los nudos críticos para el ejercicio de los derechos, el desarrollo y las trayectorias de las niñas y las adolescentes se plasman en cuatro ámbitos: 3
- El acceso a la educación y su ejercicio de trabajo no remunerado.
- El acceso constreñido a la educación sexual y a la salud, en especial a la salud sexual y reproductiva, que deriva en una alta proporción de mujeres que han sido madres tempranamente.
- La magnitud del matrimonio precoz y las uniones conyugales durante la infancia.
- La tenaz realidad de la violencia de género.
Estos nudos críticos se potencian, acumulan y expanden en el tránsito de las niñas y las adolescentes hacia la adultez 4.
Desde la Fundación Otero Liévano estaremos publicando periódicamente reflexiones sobre la equidad de género y las estrategias para alcanzar este objetivo de desarrollo sostenible.